15.3.10

Soñaron con jubilar su amor, llenando de flores a jardines hambrientos. Llenos del puro rencor que llevan los pétalos que jugaron a no querer. Así supieron que el que cae dos veces es distinto al que nunca venció. Soñaron con tocar el cielo, olvidándose de que nadie dijo dónde había lanzado la aguja Bella durmiente. Así aprendieron a no menospreciar los cuentos. Lo que intento decir, es que ni siquiera estaban tan locos. Antes de encontrarse no habían sentido jamás tanta cordura. Lo que quiero que se sepa es que hay tantos caminos que es normal no querer que el otro se pierda. Pero hay quienes respiran lo que deja el aire a su paso, quienes nunca han probado esa brisa.

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